Esa tal Ramona, sus
sueños eran pocos en realidad soñaba con una silla ortopédica para
su abuela.
Su padre en ese momento
respiraba dificultosamente debido a un enfisema pulmonar este lo
tenia tirado en una cama, sin poder moverse, sus sentimientos si los
tenia, los había perdido a cada minuto, el dolor era bastante fuerte
y los medicamento no lograban calmarlo del todo se sintió
paralizado, solo en un momento sintió fuerzas que lo hicieron
incorporarse en la cama y estar por fin sus pies junto a esos zapatos
que ramona le había comprado. Sintió nuevamente molestias pero se
hizo el desentendido de ella recordando el mar y las olas que desde
su habitación no estaban ademas recordó esa fiesta a la que llamo
fiesta de estupideces de octubre, habían sido muchos los gritos y
también escuchar esas palabras sin sentido que todos de alguna
manera se sintieron con derecho a decirle pero que terminaron
socavando su dignidad mas intima y ahora como es natural nadie estaba
nadie ni siquiera alguien que le sirviera una miserable taza de té
aquí y en cualquier lugar son así nos enseñan a hacer unos mal
agradecidos basta dijo y se puso de pie se los dije hace bastante
cuando mi cuerpo estaba mejor pero nadie escucho, antes de caer en
cama vio a esa gente sacudirse pensaron ellos en la mala suerte
imbéciles les dijo y algunas volvieron a insultarlo, pero para su
desgracia después de dar unos cuantos pasos cayo se desplomo y azoto
su cabeza en el duro piso de la habitación. Se volvió a romper la
cabeza ahora la hendidura era mas profunda y la sangre salio a
borbotones, en un momento se quedo quieto en el piso había perdido
el conocimiento.
Papá que te sucedió,
dímelo le dijo ramona quien apareció de improviso y lo pudo
levantar ahora sus sueños habían cambiado, no era solo una silla
ortopédica para su abuela ademas necesitaba con urgencia una
ambulancia para su padre a quien gracias a un detective le había
podido ubicar después de 30 años llevaba cerca de 2 horas con el y
solo salio a la consejería por ayuda.
Nunca en estos 30 años
se había ocupado de él, y se sintió culpable incomoda ademas ella
no recordaba su risa que en un par de ocasiones le había comentado
ha ese detective. Ahora estaba moribundo mientras ella volvía a
marcar el numero de urgencia que nunca contesto, solo había
compartido con él un simple desayuno esa mañana...