Caja
de Fotografías
No
habían tenido el mínimo de decencia, sus vidas estaban siendo un
bizarro cuadro patético de una pareja lejano a toda naturaleza
conocida. Ninguno de los dos se habían preguntado nada sobre los
afectos, aquellos afectos de sentido común que mueven en el silencio
al mundo o a la humanidad toda.
Deja
de martillar, molestas hasta como tu asquerosa ropa, toda tirada
aquí, la mujer se notaba molesta, llena de odio, nunca antes lo
había sentido. Todo quedo en silencio.
No
pasaron más de 15 minutos, el hombre aun mal humorado dijo, no
quiero ser un simple cadáver, deseas un toque. No vuelvas a
pronunciar esas malditas palabras eres patético, patético. El grito
de unos gatos peleando en la calle, el ladrido de todos los quiltros
algo mal olientes que se paseaban por la calle todas las noches.
Crujieron
algunas maderas y el hombre siguió martillando esta vez sin
detenerse, el clavo quedo 2 centímetros salido de la pared.
El
agua de la ducha, sonaba como cascada, al golpear en el piso húmedo
del baño, se sintió un grito tenue casi inaudible y retorno el
silencio, tétrico, salvaje.
La
luz se corto en toda la cuadra primero y luego en las calles como una
baraja de cartas de domino ordenadas una al lado de la otra,
precipitándose sobre la mesa. Después toda la ciudad estaba a
oscuras.
El
hombre de mediana estatura dijo un par de garabatos y volvió a dejar
el cuadro en el piso, saco de su caja de herramientas una pequeña
linterna y la encendió. La mujer se quedo entre las sombras sin
moverse en ningún momento pensaba en Jaime aquel estúpido una y
otra vez como un juego patético, como una noche en que sin mediar
palabra le estrello la mano empuñada rosándole el pómulo izquierdo
casi jab casi un apercout. El respeto en ellos se había acabado
hacia 1 año.
Pero
hoy era una fecha importante, habían hecho méritos de sobra, ambos
lo sabían pero ella no le dio su brazo a torcer, pareció decir no
hay ganadores y continuo inmóvil siguió inmóvil.
El
segundo grito algo más escandaloso, pero rápido corto, como cuando
apagas una luz y la luminosidad se va perdiendo instantáneamente de
la habitación y de la ciudad.
Que
había pasado se preguntaban tres o cuatro personas, que a la mañana
siguiente, caminaban al otro lado calle y de allí tres cuadras hacia
abajo, hasta la parada de autobuses.
La
puerta estaba abierta, en el patio estaban tirados el televisor de
plasma nuevo, ropa y las tres cortinas, además de un mueble de
velador, que Jaime y Carolina habían comprado en la tienda.
Solo
uno, de esos varios transeúntes, que bajaban para tomar el autobús,
se detuvo en la puerta fiel reflejo de una sociedad que le importa un
carajo el dolor, el no mezclarse con la nada como si eso les hiciera
mejores. Una sensación extraña, le recorrió primero el rostro y
después todo el cuerpo, aun con el miedo, vivo en la piel, avanzo
atravesando el largo patio hasta la puerta principal que se
encontraba abierta.
Las
dos mujeres están muertas, se sospecha del marido, fueron las
palabras del oficial al comunicarse con la central.
Después
continuaron las especulaciones, se dijo, que sus familiares, para
casarlo habían empleado anti depresivos, bastantes sedantes, que
podían dormir, hasta un elefante y que luego, le hablaban de Dios,
de los villancicos de navidad.
Era
posible que con esas bombas en la cabeza, de gran fulminante, como
las utilizadas en Hiroshima, al hombre, no le quedo, más remedio,
que casarse o postergarse con algunas reverencias o a hacerse la idea
de que no ocurrió y hasta con mayor crueldad hubiera intentado
matarse.
Encendió
la radio a pilas en el interior del ascensor, estaba solo apretó el
botón y el viejo ascensor comenzó a bajar, por el mismo riel que
había corrido por más de 10 años.
Cuando
en una gran fiesta, se cortaron las cintas de inauguración,
invitados además de algunas autoridades.
El
ascensor se detuvo, tres pisos antes de llegar a su destino, una
mujer subió dejando impregnado un olor muy pasoso en su interior
además en cada pasajero que abordo en esa parada de viaje monótono
hasta el primer piso.
El
hombre de la radio a pilas, apenas sonó el timbre y la puerta se
comenzó a abrir, apago el pequeño receptor, debía atravesar el
puente y no había escuchado lo que sucedía.
Llego
a las afueras del edificio comercial y abordo el primer taxi de
letrero libre encendido, en su interior un hombre de gafas negras muy
parecida a Mario Puzo sin su gorra tipo che Guevara le comento que
estaba pasado en el puente habían incidentes.
Una
horda de manifestantes, batallaba con la policía, por mejoras en las
condiciones de vida. Es habitual y lamentable agregándole, que un
sequito de estos dirigentes, había ido a Santiago a las mismas
oficinas del presidente.
Lo
escucho con atención, en el interior de su chaqueta, lleva la orden
del juez para levantar los cuerpos. No pareció preocuparle en lo más
mínimo. Esa orden le serviría de salvoconducto para entrar sin
mayores problemas a ese lugar pensó, no muchas veces había tenido
en su vida aquella oportunidad y termino por llamarle suerte.
El
chofer se negó a seguir avanzando y le exigió que le cancelara la
carrera, son 5700 pesos. Al hombre no le quedo más remedio y saco
los 10.000 pesos que el abogado le entrego.
Debía
caminar un kilometro y medio con los zapatos confeccionados solo para
caminar por el blando piso de la consultora de abogados y no por la
carretera polvorienta que tenia al frente.
En
las inmediaciones del puente, el fuerte olor a lacrimógena, le puso
los ojos rojos se acercó a una de las patrullas estacionadas en la
berma y le dijo el motivo del porque estaba allí. El chofer de la
patrulla le pidió su identificación y le dijo que si se esperaba un
rato era posible que la horda se disolviera y huyeran cerro arriba.
La radio en el interior de la patrulla serviría para saber, término
diciendo el chofer.
Habían
pasado más de tres o cuatro horas y la voz entrecortada del parlante
de la radio, decía que, el puente estaba despejado de barricas y que
además necesitaban más personal y patrullas, para que se hicieran
cargo de los detenidos.
Venga,
vamos, suba dijo el chofer, sacando el seguro de la puerta trasera de
patrulla. En el interior y camino a la villa volvió a sacar el
pañuelo y a limpiarse los ojos.
Las humaredas en cada lado del puente eran mudo
testimonio de las protesta, el vehículo policial acelero, tomando
gran velocidad hasta que se detuvo, en las puertas de la villa. En
ella se encontraba, un plástico amarillo, que decía, no entrar
policía de investigaciones.
El chofer haciendo un gesto de desaprobación
evidente, por las guinchas plásticas le dijo al hombre que se había
terminado el viaje.
En
la puerta de la villa estaba un oficial de investigaciones, que se
encargo de conducirlo al interior.
Aunque
el sol alumbraba más de lo común para la zona de Aysén. La
habitación donde estaban los cuerpos permanecía a oscuras, ni
siquiera al mover las cortinas y dejar que los rayos del sol
atravesaran el cristal en su interior, no se lograba ver nada.
El
oficial pidió un par de linternas, desde el corredor a otro oficial
más joven, quien se apresuró a traer las linternas. Alumbraron toda
la extensión de la habitación, dejándola con cierta claridad.
Ambas mujeres se encontraban, con el cuello cercenado, casi a punto
de cortarse de sus cuerpos además de tener una bolsa de
supermercado, cubriéndoles el rostro.
El
hombre observo detenidamente y luego ambos, salieron hasta la calle y
varios policías entraron con unas maletas metálicas y dos y hasta
tres cámaras fotográficas, en las manos.
El
oficial firmo, el papel y le dijo en términos gratos que le
facilitaría una patrulla que lo llevaría hasta el edificio
comercial nuevamente. Le dio la mano y subió a la patrulla que
estaba estacionada al otro lado de la calle, donde el mismo cordón
plástico, de la entrada principal esta vez cortaba el paso, de los
curiosos vecinos, de las infortunadas mujeres.
La
anciana de ojos grandes, no le sacaba la vista al aparato de tv,
observaba los hechos que minutos antes, habían ocurrido en el
puente. Imágenes sin editar, mostraban la violencia de ambos bandos.
Manifestantes y policías en una batalla campal, en ambos extremos
del puente cercano a la villa.
El
timbre sonó, sacándola de la soñolencia que produce el aparato,
camino hasta la puerta y miro por el ojo de buey. Se había pasado,
las dos ultimas semanas, con un miedo horrible, producto del mismo
aparato, que no la habían hecho salir de la casa de compras al
supermercado ni al negocio de abarrotes. Saco la cerradura interior y
abrió. No lo lograba conocer del todo, pero ese aire familiar es
inconfundible. Jaime que haces aquí, hijo dijo la anciana y ambos se
fundieron en un abrazo. Pero pasa no te quedes allí, y esta sorpresa
dijo la mujer. El hombre se percato del desaseo y el olor a encierro
de la casa, que no le hizo notar, porque no quería importunarla.
Pasó el umbral de la puerta y dijo en realidad toda una sorpresa y
de inmediato le solicito el baño.
La
mujer fue hasta la cocina y abriendo el refrigerador saco los dos
últimos trozos de carne que tiro sobre el sartén dejándole caer
algo de aceite. Y comenzó a hablar un poco más fuerte de lo
habitual. Pero hijo, no sabia de ti, largos 5 años, cuando estabas
en tu nueva casa en Constitución. Si dijo una voz que se colaba por
la pequeña ventana si es cierto vivimos allí 2 años y luego nos
fuimos, no soportamos el olor de una compañía de pestilentes,
estuve bien enfermo por esa situación. Y tu mujer y la encantadora
Natalia, bien ellas están bien dijo en forma escueta con un cierto
aire de misterio.
La
anciana se notaba contenta, a Jaime lo consideraba como un hijo, no
por nada había vivido cerca de 10 años juntos, por ese tiempo ella
estaba apunto de jubilar y había conseguido un trabajo para llenar
su plantilla de la Isapre, como secretaria en un centro medico.
Jaime
comió con voracidad, los dos trozos de carne y dos panes amasados.
Ella sin proponérselo, lo había notado más depresivo, que antes,
hijo te sientes bien, porque lo dices, claro, es mi parecer estas
bastante bien. La escena guardaba algo de misterio también algo de
intriga la anciana tía en el tiempo que lo intentaron casar despacha
recetas firmadas por el doctor Jünger siquiatra del centro medico,
fueron cerca de 6 meses que a Jaime lo habían sometido a fuertes
sedantes que lo mantenían en estados lamentables y en más de una
ocasión pidió clemencia a no sé que dioses tanto o mas paganos que
los que ya existían.
Ella
no lo noto muy bien tenia la mirada algo perdida no por nada tomaba
las horas de los pacientes del doctor Jünger conocía muy de cerca
la depresión o trastorno bipolares de los pacientes siquiátricos
que llegaban diariamente a su consulta en el tercer piso del centro
medico. Era posible que fueran las secuelas se dijo y lo trato de
interrogar Jaime se reusó con respuestas evasivas y luego de
terminar de comer le expreso el deseo de quedarse un tiempo con ella
antes de pedirle un lugar donde descansar le mostro las ultimas
fotografía que se habían sacado con su mujer y la pequeña Natalia.
Pareció disfrutarlas y luego de sonsacarle algunos datos fue hasta
la habitación contigua a la suya y puso sabanas limpias a la cama y
una gruesa frazada. Cuando se durmió busco en la gaveta de los
libros la agenda telefónica y luego de un rato marco un número del
teléfono, debía llevarlo nuevamente donde Jünger cosa que había
conseguido.
Lo
hare porque tu me lo haz pedido, hace mucho tiempo que no hago este
tipo de tratamientos, tráelo mañana pero te advierto esto puede ser
muy peligroso úsalas mismas pastillas, si es necesario, tu sabes ya
como se las puedes suministrar si no las toma por lo menos así yo
estaré más tranquilo, para mañana termino diciendo.
¿Como
estas Jaime? dijo el doctor Jünger en un tono ameno y de calidez
familiar que hizo que el hombre al parecer se despejara de cualquiera
ensoñación fantasmal, bien doctor, bien, solo he venido por que mi
tía me lo a pedido, se a portado muy bien conmigo dijo esbozando una
sonrisa, la conversación continuo en un tono ameno, en más de media
hora el doctor Jünger tenia más o menos claro algunos aspectos de
su personalidad que había olvidado. Si mira estimado Jaime debes
juntar todo, y cuando me refiero a todo, hablo de fotografías
algunos objetos que hayan comprado juntos cassettes y todo lo que te
traiga recuerdos de ella termino diciendo.
Acompáñalo
sabe muy bien que debemos ser muy cautelosos, si no el colegio medico
me puede clausurar la licencia, te dejare mi teléfono móvil,
cualquier cambio me lo haces saber de inmediato, la anciana guardo el
papel en su cartera y salió en busca de Jaime que minutos antes le
dijo que estaría en la salita de espera de la consulta.
Por
lo visto y sin proponérmelo conoceré tu casa de seguro Natalia se
pondrá contenta de verme además de Carolina de quien guardo los
mejores recuerdos.
Regresaron
a casa Jaime le ayudo a limpiar, estaba todo desaseado, seria como
devolverle la mano, por su hospitalidad y también, de paso
agradecerle los tres días de almuerzos, que ella preparaba muy bien.
Abrir
las ventanas de la casa fue lo primero, después unos cubos con agua
para restregar las baldosas de la cocina y el baño y luego virutilla
y algo de cera de piso, devolverían un poco de vida y limpieza a la
pequeña casa. Durante toda la labor se sintieron contentos, más su
tía quien había perdido a su marido, ya entrada en edad en un
accidente automovilístico, luego de dejar de trabajar en la consulta
del doctor Jünger el año 95.
Mañana podrían recopilar los datos que Jünger
les había pedido para realizar la hipnosis regresiva es posible
además que esto trajera un descanso a la anciana que durante años
cargaba con esta especie dharma hindú.
A
la mañana siguiente, salieron muy temprano al terminal de buses, el
viaje no duraría más de una hora hasta villa, en la entrada
poniente de Aysén, donde días antes la intendencia había mandado
más contingente policial para calmar según ellos, a los
manifestantes cosa que no había ocurrido, cada vez eran mayores los
destrozos,(mostrando la intolerancia del gobierno que gracias a sus
votos había llegado al palacio de gobierno) en el hospital de Aysén
seguían llegando heridos, de las inmediaciones del puente y las
casas de la villa.
Los
comerciantes del lugar se encontraban todos a favor de las
reivindicaciones que llevaban varios meses sin ser cumplidas por el
gobierno central pero también habían sufrido el rigor de los
desmanes según se escucha en la radio que uno de los pasajeros del
bus lleva encendida en el asiento trasero de donde se encontraban
Jaime y su anciana tía que escuchaba sorprendida los sucesos.
Estaremos
cerca de las tres, traje algunos huevos cocidos, que deje anoche
preparado y estos panes, quieres le dijo Jaime quien, con la bulla de
la radio, no lograba dormirse. Claro gracias dijo descascaro dos de
ellos y los embetuno con algo sal, serviría para hacer más
placentero el viaje, hasta que lleguemos, le dio una mordisqueada al
huevo y observo el paisaje verde, que se veía por la ventana del
bus.
20
minutos de atraso dijo el hombre de la garita, cuando el auxiliar del
bus dejo, la hoja de ruta, sobre el escritorio, si nos detuvieron
más de lo normal debido a los manifestantes, por suerte los vidrios
de la maquina están intactos, no como le paso según me entere a
lucho de la 521, si dijo que fueron varios más de 15, quienes
salieron por sorpresa de entre los matorrales y lo hicieron
detenerse, esta bastante agudo el problema termino diciendo el jefe
de garita.
En
el terminal, en los negocios, la noticia acaparaba todos los rincones
de la ciudad los dirigentes habían escuchado un no rotundo de las
autoridades, al dialogo que también involucraba a otras carteras del
estado, principalmente educación desde hacia meses.
Salieron
del terminal pasadas las 4 de la tarde, aunque el lugar daba la
impresión de ser una postal fantasma. Algunos vendedores ambulantes,
veían como sus mercaderías de bocados preparados en el día se
perderían.
Los
problemas de la comunidad habían dejado de entusiasmar, a los
turistas además que la policía mantenía a la población en vilos,
debido a que el pueblo antes de eso, era una verdadera taza de leche.
Los locales nocturnos que en temporada veraniega pasaban repletos
cerraban sus puertas por encontrarse sin clientes. El conflicto, los
combustibles y otras peticiones de los dirigentes sociales no tenia
para cuando terminar y el verano seria historia pronto.
El
taxi de techo amarillo estaba estacionado en la vereda poniente Jaime
y la anciana atravesaron luego que la luz, quedo en verde y subieron,
sacando al conductor de la lectura del matutino. Donde los llevo a la
villa dijo Jaime, quien la levantaba de madrugada parecía tenerlo
sin fuerza, se estiro dentro del taxi, cuando el chofer dejo el vacío
terminal y se encamino por la avenida principal de Aysén. La policía
tiene bastante control, de seguro nos tomara más tiempo del
habitual, pero no se preocupe les descontare lo que marque el
taxímetro termino diciendo (gesto bastante habitual en la zona),
todo quedo en silencio, en el interior del taxi, solo la música que
el conductor dejo sonando en la radio, hizo que Jaime y la anciana
cerraran los ojos. Aunque no se le notaba también la situación le
produjo algo de soñolencia.
El
taxi se estaciono en la puerta de la casa la anciana noto de
inmediato que no había nadie Jaime pago al chofer quien le dio
vuelto con puras monedas los billetes parece que también nos han
dejado espero que el conflicto se termine luego remato diciendo.
Llegaron
a la puerta Jaime toco el timbre y se notaba más nervioso que los
otros días, nadie salió. La anciana llamo en la casa contigua y una
mujer joven salió de inmediato, cuando vio a Jaime, comenzó a
gritar, asesino, te denunciare a la policía y se perdió por la
puerta por donde había salido.
Ambos en la calle no entendieron nada, Jaime más
nervioso aun le dio un estrellón a la puerta, que con la fuerza
cedió y entraron, saco la llave que guardaban de reserva en una
planta y pudieron abrir la puerta del interior de la vivienda.
Estaba
el desorden, muebles cojines y la antigua biblioteca, estaba
destruida encima de la mesa de centro.
Pero
que ocurrió aquí dijo, la anciana sorprendida, no lo se dijo Jaime,
quien disimulo su nerviosismo y los gritos de la mujer llamándolo
asesino, se le repetían en su cabeza.
Saco la gaveta con las fotografías familiares y
las reviso, sabes tía quiero irme de aquí, no soporto mas termino
diciendo. y tomando la caja además de unos antiguos cassette
salieron, la mujer de la casa contigua no estaba, todo eso llamo la
atención de la anciana pero no le dio mucha importancia, Jaime tenia
sus ojos algo desorbitados y parecía no pestañar, cuando volvieron
a la reja de salida de la villa.
Abordaron
casi de inmediato un bus, que se detenía para dejar pasajeros,
subieron llevando la caja y se sentaron en los asientos cercanos al
chofer, de allí directo al centro de la ciudad.
Cuando
dejo a Jaime sentado junto a la gaveta, en el asiento del
restaurante, se comunico con Jünger. Creo que estamos en problemas y
al parecer, su advertencia ya a cobrado sus primeras victimas dijo la
anciana, aun más nerviosa además cuando llegamos al villa, porque
fuimos en busca de los recuerdos que le pidió, una vecina lo llamo
asesino dijo la mujer con la voz media aguardentosa. Los minutos de
la llamada telefónica se terminaron y solamente guardaba dos
billetes en su bolsillo, trato de tranquilizarse, cuando sintió un
grito de Jaime quien la llamaba, mientras el garzón se acercó con
el carro, donde estaban los platos del almuerzo. Salió de la caseta
telefónica y levanto su mano diciéndole que iría y se introdujo en
el baño, sacando algo de papel higiénico abrió una de las tres
puertas, en el piso había un periódico que tomo entre sus manos y
se sentó en retrete del restaurante.
En
las dos paginas cerca de unos avisos de venta de bolsas plásticas
leyó lo siguiente: “una mujer y presumible su hija” fueron
encontradas por la policía, esta mañana en la villa el sauce, en
las afueras de Aysén, se desconocen sus identidades, pero la policía
habla de un robo con violencia, el principal sospechoso es el marido
de la mujer, de quien se sigue las investigaciones para su
identificación, como también del marido, quien se dio a la fuga
según relato a los periodista, la vecina de la familia asesinada.
Ya
a la anciana no le cabía duda quien estaba afuera Jaime había
matado a Natalia y Carolina, pero que hacer dijo cuando su digestión
mas el nerviosismo se hacia mas activa en el interior del baño. No
sabía si llamar a la policía o mantener todo en silencio.
Venga
esto esta muy bueno, quiere algo de vino dijo Jaime, dejando el
tenedor sobre el plato, donde se veía un trozo de pescado frito y
abundantes ensaladas, si claro dijo la mujer quien se sentó frente a
Jaime, no quiso recordarle la escena al interior de villa, con la
vecina y trato de calmarse, mientras bebía el vino tinto. Los hechos
que más importaban en Aysén en este momento eran los manifestantes
y toda la policía, estaría avocada en eso y por lo menos no lo
buscarían pensó la mujer, quien estrujo un limón sobre el trozo de
pescado con ensaladas.
Después
de eso, decidieron pasar la noche en una pensión y viajar al otro
día. El cansancio de ambos, se podía observar en los gestos,
aletargados al caminar y observar las vitrinas de las tiendas,
pasaron a dos lugares, antes obtener un cuarto, estaba bastante más
barato, de lo que pensaban y además le entregarían dos toallas, sin
el baño compartido, las camas estaban separadas, por una puerta y
tenían unos ventanales que dejaban ver el centro de Aysén.
Apenas
estuvieron en el interior del cuarto, solo quisieron dormir, se
estiraron en sus respectivas camas y el sueño les venció. La
anciana en todo momento pensó no decirle nada a la policía,
esperaría que el doctor Jünger le hiciera las regresiones.
Después
de descansar varias horas Jaime despertó, fue hasta el baño,
encendió el pequeño calefón y dejo correr el agua, se jabono
completamente el cuerpo y luego acerco su cara al espejo, que colgaba
sobre el lavamanos. Saco de la bolsa dos maquinas plásticas de
afeitar, que había comprado, durante el corto paseo y se las paso
por la cara. Ocupando una para el lado izquierdo y la otra para
repasar parte del cuello. Después se dejo caer el champú y se
restregó, hasta sentir el casco de la cabeza, el agua pareció
reconfortarle.
Mientras
se secaba, despertó la anciana, que dejo escapar un putrefacto pedo
al bajarse de la cama y calzarse las zapatillas de cordones. Guardo
en otro lugar el recorte de diarios y se asomo a observar, a los
transeúntes. Y luego se introdujo en el baño.
Se
lavo la cara para sacarse la modorra, en la otra habitación Jaime se
ponía los calcetines, que había guardado, en el bolsillo de su
camisa, para no mojarlos, cuando hubo terminado, golpeo la puerta
entre las habitaciones dijo la espero abajo en los comedores y
abandono la habitación.
La
mujer le escucho mientras terminaba de acomodarse el pelo, con el
cepillo lo dejo en la gaveta plástica, junto al estanque y dejo la
habitación, bajando lentamente las escaleras hasta el comedor.
Jaime había encontrado una mesa desocupada, en el centro del salón
apenas la vio le hizo señas. Espere ya hice el pedido, bastante café
negro y soda y un ramillete de biscochos con manjar con chocolate
además de pan blanco y mantequilla de la zona.
La
anciana observo detenidamente el rostro de Jaime, como buscando algún
signo de furia o algo parecido, él dos veces se percato pero al
parecer no le dio importancia.
Si
por favor déjenos el termo de agua y la cafetera aquí dijo Jaime,
levantándose y ayudando a sacar los demás utensilios del carro.
Bebieron
ambos el café de granos y luego la conversación, se volvió lo que
todos hablaban respecto a las reivindicaciones, aunque nunca antes de
conocerle, le había preguntado por sus inclinaciones políticas, se
dio cuenta enseguida que engrosaba el 57 % de desaprobación a la
actual administración.
Quiere
salir a recorrer nuevamente el centro dijo Jaime y tu si quiero de
nuevo ver esos calcetines y una camisa no me gusta bañarme y ponerme
los mismos trapos además el día estuvo hoy caluroso, como pocos
termino diciendo.
A
la mañana siguiente ambos llegaron al desértico terminal de buses,
algunos en las garitas se extrañaron al verlos en el anden tan
temprano. El bus no saldría antes de las nueve de la mañana, estaba
asumido por norma administrativa, luego de ver las desastrosas
perdidas venidas de la parte turística por asuntos de la protesta,
que ya a esas horas de la mañana recibía apoyos de organizaciones
sociales de algunos países vecinos.
En
punto el bus salió del terminal, con destino a casa. La caja de
fotografías y cassette la permitieron subir al bus. Jaime la dejo en
un pequeño riel, arriba del asiento, donde se ajusto exacto a las
dimensiones y se sentó en uno de los dos asiento 12-13 que marcaba
el boleto. Saco los audífonos del bolsillo del asiento delantero y
calzo el plus en el agujero, no tenia ganas de conversar, además no
le quiso comentar el sueño que había tenido. Antes de cerrar los
ojos observo, las noticias de la portada del diario austral, que la
anciana se prestaba a leer.
En
casa hacia algunas horas, la anciana busco en la gaveta el tarro de
té, y lo hecho en la tetera Jaime creo que este preparado nos hará
mejor, el almuerzo fue bastante liviano. Si dijo Jaime y acerco la
taza, en ese momento su mirada, se quedo algo fija, el sueño de la
noche anterior, era como verlo, desde una rendija del salón, donde
se proyectaba. Volvió a mirar a la anciana y su mirada la encontró
hostil, lejano bajo la mirada empezaba a desagradarle de sobre manera
toda la situación. No sabia cual con exactitud, era pensar que algo
huele mal desde un principio.
No
debí venir aquí, fue lo primero que se le vino a la mente, pero
porque llegue ha este lugar, fue la segunda frase como una lanza
atravesando sus pensamiento. Bebí un poco de té. Ambos se
levantaron, en forma casi automática del asiento. Él camino hasta
la ventana, donde se veía el pasto seco y algunas flores silvestres,
que salían por la orilla del camino en cementado. Los recuerdos
volvieron a no decir nada nuevamente. Bebió un pequeño poco de té
que solo sirvió para humedecer los labios.
Posiblemente
esas fotografías hicieron que se percatara de esos meses con
sedantes que no necesitaba de nuevo ver, ni en una pantalla de cine,
pero estaban allí como fantasmas mudos del escenario, que había
vivido, cuando su tía estaba bastante más joven y energética.
Parecía
darse cuenta, que todos esos sedantes, camuflados en la sopa y cuanto
se llevo a la boca, esos meses fue por castigarlo, por no dar un si,
que todas ellas esperaban.
Volvió
a servirse algo mas de té y saco los oscos pensamientos y mordió un
pedazo de pan algo añejo que la anciana había traído porque el pan
fresco se lo habían acabado a la hora de almuerzo.
La
consulta del doctor Jünger estaba repleta, por suerte la anciana la
había solicitado por teléfono, apenas habían llegado de regreso a
casa.
La
sala de espera estaba repleta porque en la oficina del lado junto a
la puerta atendía el pediatra quien tenía a esa hora varios
pacientes. El pequeño bebía coca cola en la botella pequeña y le
escupía la falda a su abuela. Ella algo molesta le dijo que iba a
llamar a los carabineros. El niño no le dio importancia, todos
sabían que aquella frase por más que quisiera era irreal. Todo el
contingente de la ciudad, estaba en las manifestaciones además
llegaría en un rato más un avión cargado de ellos, para ayudar a
controlar las hordas que bajaban de los cerros, al puente donde ayer
habían estado Jaime y la anciana. Él se notaba extraño, su mira
estaba fija, en la baldosa de la sala de espera, no pestaño según
le contaba los segundos hasta que el minutero no completo los 60
segundos.
En
ese momento, la anciana volvió a preguntarle por algunas de las
fotos, que ella comenzó a ver.
Estas
son de un paseo a la playa, hace unos años, con mis amigos, aquel de
gorro no hace mucho se caso dijo Jaime siguieron observando
fotografías, Carolina se veía preciosa con jean y polera corta,
junto Jaime y la niña de la mano.
Avanzo
la fila de pacientes en el interior de la consulta del doctor Jünger,
el numero seis en el papel que le había dado la secretaria se volvió
nuevamente de voz de secretaria esta viva voz hizo que todos en la
pequeña sala de espera levantaran sus cabezas hacia la puerta. Jaime
decidió entrar solo luego le seguiría la anciana quien aprovecho de
cambiarse unos asientos y ponerse más cerca de la puerta.
Pasa
Jaime dijo el doctor Jünger vestido completamente de blanco, tomo
asiento frente a él. Y dime que tal te ha ido como te haz sentido,
además haz podido reunir todo claro dijo algo mas displicente que la
vez anterior. Comenzare por decirte que pases al cuarto cerrado por
la cortina y te tires en el diván. Si esta bien dijo se levanto y
corrió algo la cortina y se estiro sobre el diván algo mas duro que
la silla. No se cuanto demore y no te preocupes por las fotografías
yo las alcanzare.
Cuando
el doctor estuvo en posición tomo, la libretilla de su bolsillo y un
lápiz y sacando una fotografía dijo concéntrate en esta
fotografía, quiero los detalles que más te recuerdes, estas
palabras la repitió más de una vez, y puso la fotografía delante
de sus ojos.
Fuimos de paseo a un zoológico cercano a
Santiago, salimos bastante retrasados ese día recuerdo que, a
Natalia le compre unos jugos de color de sabor a naranja y que, toda
la tarde no hubo caso de que quisiera ver los caballos, lloraba y se
aferraba a Carolina mordisqueándole los brazos, tuvimos que
comprarle dos helados para que se calmara, almorzamos en el interior
del zoológico, recuerdo que el pedazo de carne que, pedimos con
ensaladas le faltaba algo de cocción, pedí que me trajeran otro,
esta vez más asado, el trozo de carne estaba mejor cocido, pero le
falto algo de sal, así que algo molesto, le vacié el salero a los
pequeños trozos, que también convide a Natalia.
El
doctor seguía atento el relato, su mano entre las sobras, de la
habitación de cortinas garateaba algo en el papel. Espera dijo, vas
sintiendo los parpados pesados, dejando las anotaciones y poniendo
antes sus ojos, el bolígrafo y moviéndolo de un lado a otro.
Luego
de un momento Jaime cayó en una especie de trance soñoliento, y lo
que Jünger había dicho sobre ser más fuerte mentalmente al
tratamiento, se fue por tierra.
Ahora
Jaime escucharas solo mi voz. Solo mi voz termino diciendo.
Te
llevare hasta el año 1987, el 15 de octubre, son las diez de la
mañana y el día es un delicioso lugar para disfrutar, a quien estas
mirando dijo el medico volviendo el bolígrafo a la pagina para
comenzar la escritura, Jaime dibujo una sonrisa en los labios.
Son
mis tías, todas ellas en el comedor, desayunamos es raro se reflejan
cosas trasparentes sobre ellas. No nos preocupemos de ellas. Antes de
llegar a la mesa donde están dime tía Amanda se ve algo anormal,
ella esta en la cocina sirve las tazas de leches con té y pone el
pan en la bandeja.
Veo
que ella deja caer dos pastillas pequeñas a una de las tazas, son
amarillas su color es intenso, me observa sin sacarme los ojos de
encima, si me observa desde el corredor, que da al living, luego mi
otra tía, trae la bandeja, la ponen frente a mis ojos, en la mesa.
Están
serias no hacen ningún movimiento, parecen como regidas. Le doy dos
sorbos a la taza y luego un mordisco al trozo de pan. El mundo grita,
porque ahí un cadáver, suspendido en la noche, termina diciendo y
la imagen se desvanece.
Al
cabo de un rato, estaba nuevamente en la sala de espera, del doctor
Jünger y la anciana conversaba en el interior con el doctor.
Por
lo visto, las dosis que le suministro, no parecen haberle causado
daño alguno, a su memoria esto es peligrosa, demasiado peligrosa,
nos podrían acusar de darle medicamento a alguien completamente sano
y además según me comento, a verlo convertido en un asesino, en una
bestia, que ha pensado dígalo. No lo se doctor Jünger, repitió dos
veces más y se tomo la cabeza.
Jaime
durante esos seis meses, su propia existencia había colapsado
,debido a esos medicamento en muchas ocasiones, parecía encontrarse
en otro lugar, mareos y una extraña sensación que varios espíritus,
ocupaban su cuerpo, hablaban en el interior de su cabeza, decidiendo
su destino. Una mañana llego hasta el baño y lo único que deseaba
era salir huyendo, donde huir quizás de su cuerpo o algo parecido,
sus ojos amanecían rojos, como si se hubiera emborrachado y su boca
se secaba, a ratos le faltaba el aire y luego se queda en el sillón,
todos en casa parecían pasar a su lado y escupirle palabras, como
una vendetta. Todos parecían cobrarse revancha de sus propios
errores y achacárselos todos a él. Durante las tardes salía al
patio y reía como un loco y las mujeres volvían a escupirle a
degradarlo más mucho más que las pastillas que le daban.